Domingo nunca fue a la escuela. No la había en su aldea de Sobrarbe desde la que hace cien años emigró a los Estados Unidos. Pero fue siempre un asiduo lector en las bibliotecas.
Había sido un niño campesino, trabajando de sol a sol. Sin herencia, tuvo que emigrar. Conoció los oficios más duros; el contrabando con Francia; las multitudes de emigrantes europeos que embarcaban buscando una vida mejor; la isla de Ellis, puerta de entrada a Nueva York y también «isla de las lágrimas»; la fascinación ante los rascacielos; las colonias españolas en torno a la siderurgia del Medio Oeste; las minas de carbón de Kentucky donde acechaba la muerte; la cadena de montaje del Ford modelo T en Detroit; el gansterismo durante la Ley Seca; las miserias de la guerra y de la posguerra españolas; el estraperlo de antibióticos; el valor de la escuela rural; y más.
En todas partes, el amor a los libros le ofreció un refugio ante la dureza de la vida real y la revelación de la vida posible. Antes de morir legó un tesoro
4 comentarios en “El lector sin escuela – José María Sorando Muzás”
Ramón F. R.
Es la historia de uno de esos héroes anónimos cuya vida es de novela. Está muy bien contada y se hace amena su lectura, con todos los datos históricos que aporta y que acontecían a lo largo de su vida, así como la descripción de sus viajes y de sus diversas actividades.
Este libro nos hace ver, sentir, conocer épocas y situaciones, que en este tiempo loco de ahora, apenas recordamos, o peor, creemos antiguallas de etapas ya más que pasadas. A mi edad me ha dado tiempo a ver cosas de la humanidad maravillosas, pero también otras que, por vergüenza, no califico. Domingo, el protagonista, demostró bien claramente que un humano es un ser que piensa, que espera, que sueña… Y si sólo pensar, soñar y desear no te lleva a tu ilusión a la primera ni a la segunda, a buscar la tercera.
Se fue a trabajar pasando fronteras. Fue mal pagado, pero echándole valor y tiempo, consiguió la cantidad suficiente para buscar pasaje en un barco y largarse, total sólo a Nueva York (desde una aldea de la montaña oscense, en 1920… casi nada). El libro expresa muy bien cómo fue esa llegada, los años de trabajo y la vuelta a casa.
Emociona leer las letras grandes y claras escritas de su mano. De la mano de una gran persona.
Cuánto he aprendido de lo que cuenta el libro. Hace que lo sientas, que lo veas. Lo recomiendo.
Es una gozada leer obras que entretienen tanto, que no las puedes dejar y en las que aprendes mucho, en este caso de la vida de un emigrante de un pequeño pueblo del Alto Aragón a los EEUU en los años 20 del siglo pasado. Con él cruzamos con miedo el Puerto Viejo a Francia y desde allí viajamos en un barco abarrotado al otro lado del Atlántico, con la incertidumbre de no conocer a nadie, no saber el idioma…Con el protagonista bajaremos a las minas de carbón y trabajaremos en la deshumanizada cadena de montaje del Ford T; viviremos la Ley Seca y el gangsterismo en Detroit. De vuelta a España, el horror y la penuria de la Guerra Civil y la posguerra. Su tabla de salvación frente a la dureza, crueldad y sinrazón de todo lo que vivió, siempre fue la lectura. Maravilloso ese carnet de socio de la biblioteca pública de Detroit, esos poemas del hombre sencillo que apenas pudo ir a la escuela y esa libreta de anotaciones enciclopédicas.
Gracias, José María Sorando Muzás, por este homenaje a la memoria de tu abuelo, que es nuestra memoria.
Es una novela muy interesante y muy bien escrita. La historia que relata está contada de forma entrañable y a la vez rigurosa, nos hace adentrarnos a través de su protagonista en los hechos más notables del siglo pasado tanto de España como de Estados Unidos sin para nada cansar al lector con los datos aportados. Es a su vez también un bello alegato a la importancia de la lectura. Es un libro que hay que leer.
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Es la historia de uno de esos héroes anónimos cuya vida es de novela. Está muy bien contada y se hace amena su lectura, con todos los datos históricos que aporta y que acontecían a lo largo de su vida, así como la descripción de sus viajes y de sus diversas actividades.
Este libro nos hace ver, sentir, conocer épocas y situaciones, que en este tiempo loco de ahora, apenas recordamos, o peor, creemos antiguallas de etapas ya más que pasadas. A mi edad me ha dado tiempo a ver cosas de la humanidad maravillosas, pero también otras que, por vergüenza, no califico. Domingo, el protagonista, demostró bien claramente que un humano es un ser que piensa, que espera, que sueña… Y si sólo pensar, soñar y desear no te lleva a tu ilusión a la primera ni a la segunda, a buscar la tercera.
Se fue a trabajar pasando fronteras. Fue mal pagado, pero echándole valor y tiempo, consiguió la cantidad suficiente para buscar pasaje en un barco y largarse, total sólo a Nueva York (desde una aldea de la montaña oscense, en 1920… casi nada). El libro expresa muy bien cómo fue esa llegada, los años de trabajo y la vuelta a casa.
Emociona leer las letras grandes y claras escritas de su mano. De la mano de una gran persona.
Cuánto he aprendido de lo que cuenta el libro. Hace que lo sientas, que lo veas. Lo recomiendo.
Es una gozada leer obras que entretienen tanto, que no las puedes dejar y en las que aprendes mucho, en este caso de la vida de un emigrante de un pequeño pueblo del Alto Aragón a los EEUU en los años 20 del siglo pasado. Con él cruzamos con miedo el Puerto Viejo a Francia y desde allí viajamos en un barco abarrotado al otro lado del Atlántico, con la incertidumbre de no conocer a nadie, no saber el idioma…Con el protagonista bajaremos a las minas de carbón y trabajaremos en la deshumanizada cadena de montaje del Ford T; viviremos la Ley Seca y el gangsterismo en Detroit. De vuelta a España, el horror y la penuria de la Guerra Civil y la posguerra. Su tabla de salvación frente a la dureza, crueldad y sinrazón de todo lo que vivió, siempre fue la lectura. Maravilloso ese carnet de socio de la biblioteca pública de Detroit, esos poemas del hombre sencillo que apenas pudo ir a la escuela y esa libreta de anotaciones enciclopédicas.
Gracias, José María Sorando Muzás, por este homenaje a la memoria de tu abuelo, que es nuestra memoria.
Es una novela muy interesante y muy bien escrita. La historia que relata está contada de forma entrañable y a la vez rigurosa, nos hace adentrarnos a través de su protagonista en los hechos más notables del siglo pasado tanto de España como de Estados Unidos sin para nada cansar al lector con los datos aportados. Es a su vez también un bello alegato a la importancia de la lectura. Es un libro que hay que leer.