En una presentación de las primeras obras, alguien del pueblo le retó a escribir sobre el mismo. La búsqueda del régimen epistolar y el hilo narrativo es su aportación. El título es un guiño a la imaginación que se va clarificando desde las primeras líneas de la resolución final. Su prosa es cálida, directa, arropada de aragonesismos y localismos, que como cada una de las palabras coloca en las frases como si de una partitura se tratara, pareciéndole importar tanto el relato como la musicalidad.
Un relajante libro, no exento de la filosofía de la vida, con un agridulce final que se apoya en la migración a la ciudad en las primeras décadas de la segunda parte del siglo XX.