Al Igual que en, «Piel», «En el otoño…», también nació entre montañas y arañones. Allá arriba, donde el cielo es límpido y el agua cristalina cae, gorgoteante, labrando la piedra, iniciando surcos.
Cada poema es un suspiro. Es el leve aleteo de una mariposa que posada en la humedad de un guijarro, espera el leve roce de una lengua que la acaricie.
«En el otoño…», son letras, palabras, que se van transformando en adioses, que va dictando el viento en su ligero susurrar.
Es el color cobre de la hojas que cuando fallecen, llegadas a su cénit, van formando tan bellos tapices.
Sus poemas, más que caracteres, son olor a boj y a micelium.
«En el otoño…», también, nació asomado a la muerte en el bello Camposanto de Canfranc, en un instante de reflexión.