William Bloodgood se está muriendo. Sin embargo, nada es más doloroso para este viejo marinero que el peso de una gran culpa. En su lecho de muerte, es a su hija Jordan, que sabe leer y escribir, a quien le pide que transcriba sus memorias, de modo que las gentes de Nueva Orleans conozcan su historia y el papel que desempeñó con el único objeto de que le comprendan y pueda morir en paz.