La hermosa tierra de Costantigua se asoma al océano Pacífico. Dos casas señoriales se enfrentan sobre el acantilado que protege el puerto al que llegan barcos de lejanos países, para partir cargados con sus frutas, trayendo y llevándose viajeros y peregrinos.
Una fábrica de vidrio ha llenado sus playas de cristales coloreados, convirtiéndolas en un joyero de fantasía.
Allí confluyen las tres historias y los tres tiempos de las historias que se hilvanan en este libro. Allí acaban encontrándose y separándose los personajes, cuyas vidas quedan ligadas.
Costantigua los acoge a todos, sanando sus heridas, abriendo otras nuevas. Con sus casas azules y verdes, su playa brillante, su acantilado vigilante. Territorio soñado para que ocurran historias.